domenica, settembre 07, 2008

La avaricia del hombre


Tutte le strade portano a Roma... y este camino es el que lo camina un hombre viejo y solo, en algua mañana tibia de Toscana.
Se lo ve ir ir venir por esas sendas que no tienen tiempo ni dimensión, como otras tantas. Muchas veces contempla hacia atrás… Y no ve demasiado, ve un ser el cual da todo de sí por muchas prójimos, así lo dicta su vida, su juramento, hasta su propia cruz. Pero a la hora de andar por senderos llenos de magia no conserva demasiado que exponer, y va por la misma senda, solo sin titubear, sin desgastes ni reproches, pues el lo sabe bien que es un entelequia de buen corazón, pero a la hora de exigir algún socorro ó auxilio, nadie contesta a su pedido.

Ya esta cansado de exigir que se lo valore y que se lo tenga en consideración, después de todo ciertos menesteres son de su merecer. Y no es que no sepa a quien acudir, si no que este hombre sabio, ya nadie lo escucha, es por eso que ha callado su sentir, por que no solo que es en vano, si no que exhausto de pretender, nunca mas nada ha pedido.

Por eso siempre se lo ve transitando este largo sendero, solo, canturrenado una canción, que desde ya muy pocos conocen… esa misma tonadilla que canto yo