My Lady no tiene quien la pretenda. Han sido jornadas tan desafortunadas, exhaustas. Todo el reino, pasará a manos de
ellas. Todo el poder en esas manitas que no tienen quien las sustente.
En la mirada derrochada de esos ojos que no pretenden
encontrar un amparo. En esos salones donde se dieron tantos festivales, se asienta
y reflexiona.
La guardia real poco le queda por hacer, sólo dirigir sus
mandatos.
My Lady.... acaso esa niña que le ha tocado transitar por
estos dolores repentinos, en esas torres sin madreselvas, que se han secado de
lamentos resquebrajados.